Sobre el paisaje

Sobre el paisaje, 2014
Fotografía proyectada
Dimensiones variables

Las imágenes del paisaje son tan extraordinariamente cotidianas en nuestro universo visual que han llegado a orientar nuestra propia percepción de la realidad. Sabemos que, en el proceso de apreciación estética del paisaje, lo que se sabe (la información visual sobre el paisaje) condiciona y cuestiona lo que se experimenta (la propia vivencia del paisaje). A menudo calificamos de bello un paisaje cuando podemos reconocer en él un antecedente avalado mediáticamente y, de hecho, el éxito o el fracaso de la experiencia turística y, más concretamente, viajera, dependerá, en buena medida, del nivel de adecuación de los paisajes contemplados en directo a aquellas imágenes de los mismos que, previamente, se nos indujo a visitar y a conocer desde una revista, un documental de televisión o una guía de viajes.

He ahí la definitiva mercantilización de los lugares y de sus paisajes, tan propia de las sociedades y de las economías posmodernas y posindustriales. Una de las paradojas fundamentales de la posmodernidad es la clara diferenciación entre la realidad y su representación y la correspondiente celebración de la inautenticidad, algo muy en línea con la filosofía que inspira los parques temáticos. Parece claro que vamos camino de la tematización del conjunto del paisaje y es desde esta perspectiva desde la que quizá se interpreten mejor los mencionados carteles publicitarios. Se nos enseña lo que ya podríamos ver por nosotros mismos no por puro citymarketing barato, sino porque, de acuerdo con lo dicho más arriba, el paisaje real, para adquirir más relevancia, deber ser mediatizado; debe pasar por el poderoso filtro de la imagen, a ser posible estereotipada (y, aún mejor, arquetípica), a pesar de los riesgos de saturación y contaminación icónica inherentes a este proceso. El consumo de los lugares no es completo si antes no hemos consumido visualmente sus imágenes.

Sucede con el paisaje algo parecido a lo que Kenneth Gergen planteaba en El yo saturado (1992): “La cuestión no es saber si las relaciones entabladas a través de los medios se aproximan en su significación a las normales, sino más bien si las relaciones normales pueden aproximarse a los poderes del artificio. (…) Las vacaciones dejan de ser reales si no las hemos filmado. (…) Recurrimos cada vez más a los medios, y no a nuestra percepción sensorial, para que nos digan lo que pasa”

(…) hay que aprender a distinguir cuándo y cómo se instrumentalizan nuestras emociones en relación con el paisaje. Y quién las instrumentaliza y para qué. Hay que celebrar el resurgimiento de las geografías emocionales (la reaparición de una nueva forma de geograficidad, en palabras de Éric Dardel [1990]), pero hay que evitar como sea su manipulación y banalización.

Joan Nogué: Paisaje y comunicación: el resurgir de las geografías emocionales. Seminario Teoría y Paisaje: reflexiones desde miradas interdisciplinares, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona 2010.

http://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0569065.pdf [PDF, 10MB]